8 de octubre de 2011

Enfermar y curar a la luz de la Gestalt por Gabriela Sarmiento Brecheri

Muchas veces me he preguntado ¿qué significa realmente estar enfermo? Pero cuando hablo de significado me subo a la cabeza y hay un millón de interpretaciones de la enfermedad. En ingles enfermedad se dice “disease”, es decir, “no fácil” y desde esa óptica, todo lo forzado, lo antiorganísmico, lo que produce fricción, lo que esconde la luz del alma y lo que no viene del amor, podría llamarse enfermedad. Algunas religiones ven la enfermedad como un castigo, la ciencia en general la ve como un reto, a los médicos nos formaron para acabar con ella, para “luchar” en su contra, lo que nos dio una ilusión de ser dueños de la vida, de tener en nuestras manos la vida de otro. Algunos estudian medicina para dominar la vida, otros para “salvar” a la gente, otros para ser importantes y algunos pocos para “servir” y “acompañar”, y para eso no hace falta ser médico, el amor es suficiente.


Desde la Gestalt, la vida es un circulo, un ciclo, es un continuo movimiento, el paso por la tierra es el “viaje”, y hay un todo, que es más grande que lo que nuestros ojos pueden ver. Las filosofías orientales cuentan que la “verdad” es una. Es como un gran elefante, y cada uno ve con sus ojos, un pedacito. La vida es igual, tiene un pedazo que vemos y otro que a veces no vemos, un lado que es figura y otro que es fondo, y ambos coexisten; no hay día sin noche, luz sin oscuridad, vigilia sin sueño, salud sin enfermedad y vida sin muerte. El ser humano es un milagro, su perfecta estructura, su inteligencia propia, su ritmo y su armonía. No somos solo cuerpo, quien lo ve así, tiene una visión incompleta del “elefante”; tampoco somos solo mente, ni sólo emoción… Somos todo, mente, cuerpo, emoción y energía en continuo movimiento, como expresión de la conciencia, esa que nos viene de algo más grande y que nos da la chispa de la vida. La enfermedad es también una expresión de la conciencia, es una Voz Interna que quiere ser escuchada, es un pedazo de mí que me habla y me invita a la transformación. Pero para escuchar lo que la enfermedad me viene a enseñar, requiero hacer contacto con ella, necesito permitirme un ciclo de la experiencia con ella. Cuando al enfermar me hago el loco y no me atiendo, o cuando la rechazo, la Gestalt queda incompleta, la voz no es escuchada, hay resistencia, hay esfuerzo, hay turbulencia y tensión. Cuando me permito la experiencia del encuentro con mi enfermedad, suelto lo que interfiere y entro en contacto con ella, puedo escuchar la voz de mi Sabio Interior, de esa parte de mí que está conectada con la Conciencia superior del Amor, puedo descubrir el “para qué” de su visita en mi vida, reconocerla como maestra, y reconocerme en mi vulnerabilidad y humanidad. Puedo verla como una oportunidad de aprendizaje y del despertar de mi conciencia, puedo dejar de pelear con ella, aceptarla en mi vida, puedo darle un lugar, darle un lugar a un pedazo de mí que también soy yo. Y en ese momento empieza la “curación”, empieza el proceso de sanar desde lo profundo a la superficie, de lo no visible a lo tangible, desde mis emociones, pensamientos y mi energía hasta cada poro de mi piel.






¿Y qué es curarse? ¿Es volver a lo de antes, a lo viejo? ¿A eso que llamaba salud? A ese… ¿cómo yo era antes de enfermarme?... Curar no es retroceder, no es olvidar lo aprendido durante el curso de la enfermedad, no es volver a mi aparente bienestar de la conciencia dormida. Curar es cerrar la Gestalt, es integrar el proceso de transformación vivido a través de la enfermedad, es despedir y agradecer la experiencia, es comprometerme con la vida, con el gozo de vivirla desde mi centro, es sonreírle a la vida desde el corazón y hacer que cada día valga la pena; es comprometerme con escuchar las necesidades de mi cuerpo y atenderlas, y con honrar cada día este templo sagrado en el que habitamos durante el tiempo que permanezca nuestro paso por este planeta, el planeta del amor.


La enfermedad es un maestro y cualquier proceso de curación implica trasformación, ella te invita a reconectar con tu parte sublime. No existe ningún proceso de enfermedad que no traiga una lección de amor intrínseca, por dura que parezca. Si algún día puedes decir que a través de tu enfermedad, cualquiera que sea, por grave y dura que parezca, aprendiste algo y hubo un despertar de tu conciencia; valió la pena enfermar y la Gestalt quedará cerrada para dar lugar a nuevos círculos para abrir, en éste planeta o en algún otro lugar.
 
Revista El Sombrero
Publicación virtual conjunta entre la Escuela de Gestalt Claudio Naranjo Transformación Humana Colombia y la Asociación Colombiana de Terapia Gestalt

Febrero - Abril de 2011
Volumen 2 numero 1, año 2011

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